domingo, 4 de noviembre de 2012

“VOLVER POR LA PUERTA GRANDE”. TRAS 3 DÉCADAS LOS MINEROS DEL AGUILARAZO VOLVIERON AL AGUILAR

Los obreros mineros que encabezaron la histórica protesta conocida como el aguilarazo pudieron, luego de décadas, volver a las instalaciones mineras del Aguilar, y dando una muestra de compromiso y militancia sin parangón.

El aire reseco y escaso de la Puna hacía unas horas luchaba por colarse en el colectivo cuando llegamos al ingreso del camino que va de Tres Cruces hacia la mina y el pueblo del Aguilar. El colectivo paró frente a la garita de acceso y bajaron todos los mineros, familiares y acompañantes que viajábamos juntos a sacarnos una históricas fotos frente a ella.
El motivo no era menor, esta garita y su barrera es el filtro hasta donde pueden llegar los visitantes indeseados o sin permiso de la minera y durante décadas fue el “non plus ultra” para las familias y los mineros de aquella gesta conocida como el aguilarazo.

 

VOLVIENDO ATRÁS: EL AGUILARAZO

Por aquellos años el infructuoso reclamo de los mineros llevaba más de dos meses por condiciones de trabajo, salariales y de vivienda, sancionadas por ley e incumplidas por la empresa, mientras la soberbia de los poderosos dueños de la empresa les hizo confundir la habitual calma de los coyas con mansedumbre y su silencio vital con resignación. Pero el día prefijado en asamblea del 5 de noviembre de 1973, hombres, mujeres y hasta niños protagonizaron el alzamiento contra la empresa. La ira, desatada con ímpetu de Viento Norte, incluyó la toma de la usina y el jefe de personal obligado a caminar 10 km hasta la Veta para hacerle conocer cuál era la condición del minero.
Y como es de imaginar en medio del conflicto retumbaron botas, la represión estuvo a cargo de la Policía Provincial más la Gendarmería, que dejaron un saldo de ocho obreros heridos de bala y uno asesinado.
Después, con la intervención del director de Trabajo Avelino Bazán, un querido y respetado ex-dirigente gremial del mismo gremio, se firmó un acta-acuerdo que concedía la mayoría de los puntos reclamados por los obreros y fijaba un 75% de aumento salarial.
Finalmente el gobierno nacional anularía el acuerdo. Un mínimo plus por zona desfavorable sería el único resultado positivo de la lucha.
A pesar de todo, el levantamiento contra la empresa El Aguilar fue un sacudón de rebeldía que retumbó por todo Jujuy y mas allá. Aquella pueblada se escuchó como un llamado a los gritos, un Aquí Estamos... para que en la postergada Puna, la lejanía deje de ser olvido.
Fue por ello que, ya en 1976, el mismo día del golpe, todos los mineros fueron detenidos por personal de Gendarmería Nacional y de la Policía de la Provincia de Jujuy en base a un listado elaborado por la propia empresa (que incluso tenía su logo) y trasladados en vehículos de la misma. 29 de ellos fueron detenidos allí, luego caería Avelino Bazán, quien se encuentra desaparecido hasta hoy. En cuanto a sus familias, fueron sacadas de la mina en las más denigrantes condiciones, transportados algunos en camiones sobre el mismo material que sacaron de la tierra y en todos los casos sin aviso previo “si hasta ví una cocina con dos huevos fritos sobre la sartén, ya llenos de tierra”, relató un testigo.
También tuvieron que soportar las familias los años de detención de sus padres mineros, sin el sostén de la casa y con el estigma de ser hijos o esposas de “subversivos”.
La democracia no significó un gran cambio, la gesta fue acallada y sus protagonistas   sumidos en el ostracismo y la imposibilidad de volver a conocer la tierra en la que lucharon e incluso donde nacieron algunos de sus hijos.

VOLVER POR LA PUERTA GRANDE

La foto en la garita este domingo 28 de octubre de 2012 contenía en su simpleza toda la riqueza de esta historia. Una pequeña gran victoria que arrancó algunas lágrimas y decenas de vivas.
Subir nuevamente al colectivo, ver levantarse la barrera, avanzar con el aire entrecortado por la puna y la emoción fue resumido en un grito seguido de aplausos: ¡Volvimos por la Puerta Grande!
El colectivo avanzó por algunos kilómetros que contienen la viva contradicción de estar habitados por pobladores originarios y muchos caseríos e incluso escuelas, pero ser todas tierras, de la garita para adentro, propiedad de la minera Aguilar. En una de esas rarezas del Macondo legado por la dictadura, incluso el ingreso a estas tierras “privadas” estuvo largo tiempo custodiado por la mismísima Gendarmería nacional, que desde antes de los años de plomo contó con un destacamento dentro de la propias instalaciones mineras, entre el poblado (donde está el molino) y la veta.

Al llegar a la plaza central del pueblo estaba esperando una comitiva para realizar un acto que a pesar de ser muy institucional contó con algunos magníficos aditamentos, uno de ellos la posibilidad de ver a las autoridades municipales y sobre todo de la minera colocar una ofrenda floral al dirigente obrero desaparecido Avelino Bazán.
Tras el paso de los abanderados de las distintas instituciones de la zona, las emotivas palabras del curita local iniciaron la ronde de oradores.
Efraín Guzmán, ex secretario general del Sindicato Obrero de Mina Aguilar (SOMA), subió al estrado con tal entereza y tantos aplausos que por un momento pareció el tiempo transportarnos al pasado y estar Efraín a punto de declarar una nueva huelga. La emoción embargó hasta al propio Efraín, que tuvo que tomarse unos segundos para iniciar su diatriba. Entonces realizó un emotivo recuerdo de Bazán “quedamos huérfanos al salir Avelino” del gemio, dijo, y luego mencionó que había “malos salarios, el hospital no existía, ni para las embarazadas, nos obligaron a reclamar” “eramos 1800”, luego, como viejo compañero de lucha recomendó a los jóvenes mineros que seguían atentos su discurso “sigan trabajando, ustedes también hacen patria, pero luchen también por su trabajo, luchen por su salud...” dando luego verdadera cátedra sindical.



Siguieron las palabras del actual dirigente del gremio, un tibio discurso que resaltó la cooperación actual con la empresa, dato que no puede obviarse a pesar de haber participado en las gestiones para el ingreso de sus colegas, más combativos. El dato puede completarse si se entiende el poder de la empresa, que es dueña incluso de todas las casas del pueblo, y de que este gremio no es el que hizo el aguilarazo, sino el resultado de una unificación realizada por los militares a favor de las burocracias sindicales.
El intendente dio la bienvenida al pueblo a los históricos mineros, argumentando que las puertas estarán abiertas para ellos.
A su turno el directivo de la empresa (y duro aceptar serlo en este contexto) resaltó el cambio de dueños que tuviera la empresa hace años y una nueva responsabilidad empresaria de la misma, guante que luego fuera recogido por el diputado Tito al sugerir, aunque en una tonada puneña un poco forzada, que la mejor demostración del cambio sería colocar a disposición de la justicia todos los papeles de la empresa de aquellos años, “no hagan lo de Ledesma” aconsejó.
Mariano Rodríguez, otro de los protagonistas del aguilarazo que sufriera la represión tuvo un encendido discurso donde reconoció el inestimable aporte de las mujeres a la lucha del Aguilar, de cómo cuando cortaron la luz, ellas resistieron 33 días sin electricidad y casi sin comida en esta siberia de altura, uniéndose para dar algún almuerzo a sus hijos. Y acaso el más concreto testimonio de una lucha que no debe cesar fue dada entonces, cuando Rodríguez, tesorero del antiguo sindicato, desenvolvió una humilde fotocopia que entregó a las actuales autoridades gremiales ante el atento seguimiento de los presentes “es el último arqueo de caja”, mencionó, allí se veía que el balance era superavitario y que el gremio poseía, al momento del golpe, 24 terrenos en barrio Norte (de la capital) para ser destinados a viviendas de mineros.
Como pasando una posta combativa le dijo al sindicato actual que averiguara por esos terrenos, hoy seguro ya viviendas, pues eran del sindicato y deben ser destinados a viviendas obreras. Para algunos seguro el regalo fue una brasa caliente, para otros un atisbo de la lucha sindical, pero para todos una manifestación del terco compromiso con la lucha obrera. "Como decíamos ayer", dicen que dijo Fray Luis de León a sus alumnos tras volver luego de pasar años de cárceles inquisitoriales, el mismo paréntesis valorativo encerraba ahora a las décadas de dominio militar-patronal y ninguneo postdictatorial. La lucha sigue, decía cada fibra, relajada por los años, pero tensada por la historia.
Luego la sobrina de Avelino Bazán repartió para los colegios del pueblo, el sindicato, los obreros y para la misma empresa libros sobre la lucha de Avelino, sobre la dictadura y la lucha de los familiares, libros, dijo, para completar un plan de estudios en los colegios y dijo que no buscaba venganza, sino justicia.



El acto siguió, hubo reparto de presentes, fotos, bailes, abrazos y salida de banderas, pero lo más significativo ya había terminado.
“Apenas vuelven y ya hacen un acto subversivo” comenté a un grupo de estos históricos mineros poniendo un dedo en una vieja llaga, y tan profundo llegó que estallaron en carcajadas. Su lucha ya había sido reivindicada.
El homenaje siguió en el club Alberdi, con asado, mote, vino y música, con bailes y carcajadas tan potentes que desafiaban la escasez del aire de la puna. Un último desagravio quedaba en el saco, entre risa y canción subió al escenario el hijo de uno de estos históricos mineros, “En el 73 nací acá, y en el 76 me sacaron cagando”, luego recitó unos aros, y siguieron los bailecitos.


Colectivo Radio Pueblo para la Red de Medios de Jujuy

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