Los
obreros mineros que encabezaron la histórica protesta conocida como el
aguilarazo pudieron, luego de décadas, volver a las instalaciones mineras del
Aguilar, y dando una muestra de compromiso y militancia sin parangón.
El
aire reseco y escaso de la Puna hacía unas horas luchaba por colarse en el
colectivo cuando llegamos al ingreso del camino que va de Tres Cruces hacia la
mina y el pueblo del Aguilar. El colectivo paró frente a la garita de acceso y
bajaron todos los mineros, familiares y acompañantes que viajábamos juntos a
sacarnos una históricas fotos frente a ella.
VOLVIENDO
ATRÁS: EL AGUILARAZO
Por
aquellos años el infructuoso reclamo de los mineros llevaba más de dos meses
por condiciones de trabajo, salariales y de vivienda, sancionadas por ley e
incumplidas por la empresa, mientras la soberbia de los poderosos dueños de la
empresa les hizo confundir la habitual calma de los coyas con mansedumbre y su
silencio vital con resignación. Pero el día prefijado en asamblea del 5 de
noviembre de 1973, hombres, mujeres y hasta niños protagonizaron el alzamiento
contra la empresa. La ira, desatada con ímpetu de Viento Norte, incluyó la toma
de la usina y el jefe de personal obligado a caminar 10 km hasta la Veta para
hacerle conocer cuál era la condición del minero.
Y
como es de imaginar en medio del conflicto retumbaron botas, la represión
estuvo a cargo de la Policía Provincial más la Gendarmería, que dejaron un
saldo de ocho obreros heridos de bala y uno asesinado.
Después,
con la intervención del director de Trabajo Avelino Bazán, un querido y
respetado ex-dirigente gremial del mismo gremio, se firmó un acta-acuerdo que
concedía la mayoría de los puntos reclamados por los obreros y fijaba un
75% de aumento salarial.
Finalmente
el gobierno nacional anularía el acuerdo. Un mínimo plus por zona desfavorable
sería el único resultado positivo de la lucha.
A
pesar de todo, el levantamiento contra la empresa El Aguilar fue un
sacudón de rebeldía que retumbó por todo Jujuy y mas allá. Aquella pueblada se
escuchó como un llamado a los gritos, un Aquí Estamos... para que en la
postergada Puna, la lejanía deje de ser olvido.
Fue
por ello que, ya en 1976, el mismo día del golpe, todos los mineros fueron
detenidos por personal de Gendarmería Nacional y de la Policía de la Provincia
de Jujuy en base a un listado elaborado por la propia empresa (que incluso
tenía su logo) y trasladados en vehículos de la misma. 29 de ellos fueron
detenidos allí, luego caería Avelino Bazán, quien se encuentra desaparecido
hasta hoy. En cuanto a sus familias, fueron sacadas de la mina en las más
denigrantes condiciones, transportados algunos en camiones sobre el mismo
material que sacaron de la tierra y en todos los casos sin aviso previo “si
hasta ví una cocina con dos huevos fritos sobre la sartén, ya llenos de
tierra”, relató un testigo.
También
tuvieron que soportar las familias los años de detención de sus padres mineros,
sin el sostén de la casa y con el estigma de ser hijos o esposas de
“subversivos”.
La
democracia no significó un gran cambio, la gesta fue acallada y sus
protagonistas sumidos en el ostracismo
y la imposibilidad de volver a conocer la tierra en la que lucharon e incluso
donde nacieron algunos de sus hijos.
VOLVER
POR LA PUERTA GRANDE
La
foto en la garita este domingo 28 de octubre de 2012 contenía en su simpleza
toda la riqueza de esta historia. Una pequeña gran victoria que arrancó algunas
lágrimas y decenas de vivas.
Subir
nuevamente al colectivo, ver levantarse la barrera, avanzar con el aire
entrecortado por la puna y la emoción fue resumido en un grito seguido de
aplausos: ¡Volvimos por la Puerta Grande!
El
colectivo avanzó por algunos kilómetros que contienen la viva contradicción de
estar habitados por pobladores originarios y muchos caseríos e incluso
escuelas, pero ser todas tierras, de la garita para adentro, propiedad de la
minera Aguilar. En una de esas rarezas del Macondo legado por la dictadura,
incluso el ingreso a estas tierras “privadas” estuvo largo tiempo custodiado
por la mismísima Gendarmería nacional, que desde antes de los años de plomo
contó con un destacamento dentro de la propias instalaciones mineras, entre el
poblado (donde está el molino) y la veta.
Al
llegar a la plaza central del pueblo estaba esperando una comitiva para
realizar un acto que a pesar de ser muy institucional contó con algunos
magníficos aditamentos, uno de ellos la posibilidad de ver a las autoridades
municipales y sobre todo de la minera colocar una ofrenda floral al dirigente
obrero desaparecido Avelino Bazán.
Tras
el paso de los abanderados de las distintas instituciones de la zona, las
emotivas palabras del curita local iniciaron la ronde de oradores.
Efraín
Guzmán, ex secretario general del Sindicato Obrero de Mina Aguilar (SOMA), subió
al estrado con tal entereza y tantos aplausos que por un momento pareció el
tiempo transportarnos al pasado y estar Efraín a punto de declarar una nueva
huelga. La emoción embargó hasta al propio Efraín, que tuvo que tomarse unos
segundos para iniciar su diatriba. Entonces realizó un emotivo recuerdo de
Bazán “quedamos huérfanos al salir Avelino” del gemio, dijo, y luego mencionó
que había “malos salarios, el hospital no existía, ni para las embarazadas, nos
obligaron a reclamar” “eramos 1800”, luego, como viejo compañero de lucha
recomendó a los jóvenes mineros que seguían atentos su discurso “sigan
trabajando, ustedes también hacen patria, pero luchen también por su trabajo,
luchen por su salud...” dando luego verdadera cátedra sindical.
Siguieron
las palabras del actual dirigente del gremio, un tibio discurso que resaltó la
cooperación actual con la empresa, dato que no puede obviarse a pesar de haber
participado en las gestiones para el ingreso de sus colegas, más combativos. El
dato puede completarse si se entiende el poder de la empresa, que es dueña
incluso de todas las casas del pueblo, y de que este gremio no es el que hizo
el aguilarazo, sino el resultado de una unificación realizada por los militares
a favor de las burocracias sindicales.
El
intendente dio la bienvenida al pueblo a los históricos mineros, argumentando
que las puertas estarán abiertas para ellos.
A
su turno el directivo de la empresa (y duro aceptar serlo en este contexto)
resaltó el cambio de dueños que tuviera la empresa hace años y una nueva
responsabilidad empresaria de la misma, guante que luego fuera recogido por el
diputado Tito al sugerir, aunque en una tonada puneña un poco forzada, que la
mejor demostración del cambio sería colocar a disposición de la justicia todos
los papeles de la empresa de aquellos años, “no hagan lo de Ledesma” aconsejó.
Mariano
Rodríguez, otro de los protagonistas del aguilarazo que sufriera la represión
tuvo un encendido discurso donde reconoció el inestimable aporte de las mujeres
a la lucha del Aguilar, de cómo cuando cortaron la luz, ellas resistieron 33
días sin electricidad y casi sin comida en esta siberia de altura, uniéndose
para dar algún almuerzo a sus hijos. Y acaso el más concreto testimonio de una
lucha que no debe cesar fue dada entonces, cuando Rodríguez, tesorero del
antiguo sindicato, desenvolvió una humilde fotocopia que entregó a las actuales
autoridades gremiales ante el atento seguimiento de los presentes “es el último
arqueo de caja”, mencionó, allí se veía que el balance era superavitario y que
el gremio poseía, al momento del golpe, 24 terrenos en barrio Norte (de la
capital) para ser destinados a viviendas de mineros.
Como
pasando una posta combativa le dijo al sindicato actual que averiguara por esos
terrenos, hoy seguro ya viviendas, pues eran del sindicato y deben ser
destinados a viviendas obreras. Para algunos seguro el regalo fue una brasa
caliente, para otros un atisbo de la lucha sindical, pero para todos una
manifestación del terco compromiso con la lucha obrera. "Como decíamos
ayer", dicen que dijo Fray Luis de León a sus alumnos tras volver luego de
pasar años de cárceles inquisitoriales, el mismo paréntesis valorativo encerraba
ahora a las décadas de dominio militar-patronal y ninguneo postdictatorial. La
lucha sigue, decía cada fibra, relajada por los años, pero tensada por la
historia.
Luego
la sobrina de Avelino Bazán repartió para los colegios del pueblo, el
sindicato, los obreros y para la misma empresa libros sobre la lucha de
Avelino, sobre la dictadura y la lucha de los familiares, libros, dijo, para
completar un plan de estudios en los colegios y dijo que no buscaba venganza,
sino justicia.
El
acto siguió, hubo reparto de presentes, fotos, bailes, abrazos y salida de
banderas, pero lo más significativo ya había terminado.
“Apenas
vuelven y ya hacen un acto subversivo” comenté a un grupo de estos históricos
mineros poniendo un dedo en una vieja llaga, y tan profundo llegó que estallaron
en carcajadas. Su lucha ya había sido reivindicada.
El homenaje siguió en el club Alberdi, con asado,
mote, vino y música, con bailes y carcajadas tan potentes que desafiaban la
escasez del aire de la puna. Un último desagravio quedaba en el saco, entre
risa y canción subió al escenario el hijo de uno de estos históricos mineros,
“En el 73 nací acá, y en el 76 me sacaron cagando”, luego recitó unos aros, y
siguieron los bailecitos.
Colectivo
Radio Pueblo para la Red de Medios de Jujuy
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